Dice Stephen Hawking, el más reconocido físico teórico de nuestros días, que al observar dos fotos del mismo sistema, en el cual no existe interacción exterior, es fácil ordenar en el tiempo estas dos fotos. La más moderna es la que tiene mayor entropía, mayor desorden en palabras para todos los públicos.
En un ejemplo práctico, si yo observo dos fotos de una catedral. Una esta perfecta, bien construida, terminada, limpia, y decente. La otra tiene una de las torres derruida, los ventanales rotos y la piedra sucia. Si admito como premisa, que el ser humano no ha actuado entre la toma de las dos fotos, puedo saber perfectamente que la derruida es la segunda. Es decir, que primero hubo orden y poco a poco o de golpe desapareció.
Esto que, lógicamente a este nivel, parece una tontería, fue una revolución, al constatar que los sistemas tienden al desorden, a la destrucción. A no formar estructuras complejas si no las más simples posibles, por una sencilla razón. El sistema consume menos energía para estar destruido, que para formar una catedral y mantenerla en pie. El universo tiende al consumo mínimo de energía. Las estructuras más estables son las más simples.
Esta teoría rápidamente se aplico a la sociología, un campo que en teoría, nada tiene que ver con la física, pero que en el fondo estudia sistemas físicamente muy complejos: Los sistemas de relaciones sociales entre individuos que, de por si, ya son físicamente muy complejos.
Pues bien, esto es lo que define nuestra sociedad de hoy. Lo que marca su desarrollo y lo que hace que no prosperemos. Sin la intervención exterior que nuestro sistema requiere para permanecer en pie, que siempre vino dada por la capacidad de trabajo y por la voluntad de sus individuos en tener algo mejor, aunque fuera con esfuerzo, nuestra sociedad se desmorona, hacia un estado selvático, con la ley del más fuerte, y los demás mirando sin hacer nada porque requiere demasiada energía.
Hemos dejado el control del sistema en manos de personas que no creen en el, los políticos, y lo hemos hecho porque nos costaba menos que tirar nosotros del carro. Y además somos expertos en lavar nuestras conciencias. Por supuesto que estos son malos... pero es que son todos iguales, que vamos a hacer.
Esto provoca que nuestra sociedad este dirigida por personas sin escrúpulos que desde fuera del sistema promueven conductas que desestabilizan, que se venden como democracia, pero que en realidad no son más que la ley del más fuerte, del más poderoso, del que más dinero tiene.
Vivimos en un mundo en el que nosotros hemos renunciado a una democracia real, para imponer una democracia ficción, y lo hemos hecho porque eso consume menos energía, porque es más fácil y nos cuesta menos esfuerzo.
Hemos permitido que nuestro mundo lo dirijan las grandes corporaciones, los grandes grupos de poder, los lobbys, las religiones, los grupos secretos y todos aquellos, que si que tienen voluntad, que si que hacen el esfuerzo y que sacan su beneficio de aprovecharse de que nosotros somos muy vagos para cuidar de nuestras vidas. Al fin y al cabo.... que podemos hacer (somos expertos en excusas)
No quiero que una religión me diga como tengo que vestir, a quien tengo que querer o con quien puedo follar (porque hoy no me apetece hacer el amor)
No quiero que unos políticos me engañen, me vendan, digan hoy blanco para que les vote y mañana decidan que ETA ya no es el enemigo, que ahora son gente muy maja y que la Derecha Extrema es Rosa Diez.
No quiero que unos gurus de la economía vengan a contarme que tengo que gastar más y más y si no tengo pedir prestamos para comprar más cosas, y si no puedo devolverlos, renegociarlos, y usar todo esto para comprar sus lavadoras, coches, misiles, aires acondicionados o historias. Todo el mundo sabe que el que gasta más de lo que tiene, termina en la calle.
No quiero que venga un sabio a contarme, que es el socialismo el que arregla mi vida, que tenemos que ser todos iguales, que tenemos que ganar todos lo mismo. Que vengan a contarme historias sobre guerras de clase. Yo solo conozco dos clases, los que trabajamos, todos los días, para ganarnos el pan y los que viven de nosotros: los políticos, los sindicalistas, los ideólogos, los jefes de las asociaciones de estudiantes con 45 años, los presidentes de las juventudes de no se que partido con 42 años...
No quiero que un lobby gay venga a decirme que si me acuesto con chicos mi enemigo es tal o cual, o me tengo que vestir así, o comparme no se que botas, o votar a no se que partido.
No quiero que la televisión me cuente todos los días que los malos son los policías y los buenos los que les tiran cosas, cortan las calles, mean en sus botas o les agreden. Y que además. el político de turno que crea tal despropósito, termine diciéndome que también es culpa del policía.
Quiero una sociedad de personas libres, a las que el estado no les dice lo que tienen que hacer, donde tienen que estudiar, cual es el medico que le toca o que tienen que comprar para comer. Una sociedad donde el estado dicta leyes muy duras contra la gente que agrede, mata, viola, roba... Una sociedad donde el estado protege a los ancianos, a los dependientes, a los niños, a las mujeres maltratadas... y se olvida de los que no quieren trabajar, de los que son jetas de profesión, de favorecer a banqueros, grandísimos empresarios, jugadores de fútbol o cupletistas.
No quiero que ninguna iglesia me imponga un velo, un burka, una hora de oración, un rito de matrimonio, un rito de entierro. Que me digan con quien puedo hacer el amor, o con quien puedo dormir, o que partes de mi cuerpo utilizaré para dar horas de placer a mi pareja.
No quiero que alguien venga a prohibir a la gente realizar sus ritos religiosos, tener sus creencias o fundar sus propias religiones. Siempre y cuando todas estén perfectamente dentro de la constitución que todos nos marquemos. Fuera ni dios.
Quiero una sociedad donde la gente no se meta en las casas de los demás, a decidir si son buenos o malos, por lo que comen, por con quien duermen, por si se casaron antes de quedarse embarazas o se masturban viendo a Crisitano Ronaldo.
Necesitamos ya una sociedad más liberal, donde el estado intervenga en muy pocas cosas, que garantice un estado social de protección a quien lo necesite, pero de verdad garantizado y obligue a todos aquellos que pueden a ganarse el pan. Una sociedad con menos políticos y administraciones y más participación ciudadana en la toma de algunas decisiones. Con independencia entre los poderes legislativo, ejecutivo y judicial, y con un cuarto poder de control: la gente en sus casas, con capacidad de acudir a referendums, muchos, todos los años, sobre las cosas que nos afectan a todos.
Un sistema educativo competitivo y que cree personas con capacidad de pensar y con ganas de crítica, con ganas de lucha y esfuerzo. Con principios de respeto, democracia y libertad.
Necesitamos muchas cosas más, pero si fuerais capaces de empezar por estas, todo vendría rodado. Es importante pensar siempre que existen buenos y malos, en todo. La utopía de que somos todos buenos, es un error que lleva a dejar el país en manos de los malos.
Ahora una cosa tenemos que tener clara. Los buenos son los ciudadanos de bien, trabajadores, respetuosos con las leyes, que cuidan de sus familiares y amigos, que viven su vida sin estropear la de nadie. Nosotros somos los Buenos. Los malos son los que roban, los que se quedan con nuestro dinero público a base de ERES, trajes, Gürtels, Noos o el invento del momento. Los que viven de nuestro dinero sin hacer nada, sin trabajar, y solo por posar en fotos, con pancartas y Rolex. Los malos son ellos: los políticos, los sindicalistas, los representantes del pueblo y los salvadores de la patria.
Con la mitad de esto claro para todos, el país, todos los países estarían mucho mejor y saldrían de la crisis mucho antes
6 comentarios:
Y es curiosamente a los malos, a los que el sistema protege, ellos se acogen a las garantías que les proporcionan las leyes cuando son pillados, pero no se somenten a ellas al cometer sus fechorías. Justo, justo, al contrario que el pobre ciudadano de bien, que como le pillen en un renuncio (muchas veces perverso o fingido), apañado va.
Ciertamente, Sostrato, algo va mal en la sociedad occidental y pretendidamente democrática: la pervivencia del fascismo, representado por nuestros gobernantes y por un Estado hipertrofiado en sus funciones, que nos marca la pauta de pensamiento "correcto" invadiendo nuestras vidas en lo más íntimo; y la renuncia del ciudadano a ejercer su individualidad y su sentido crítico, en la creencia erronea de ser libre y ante el miedo a ejercer su auténtica libertad. La etapa Zapatero ha sido un buen ejemplo de ese miedo a la libertad de crítica y pensamiento, ante lo políticamente correcto, que ha calado en todas las capas de la sociedad española independientemente de su intención de voto.
Después está la acción demoledora de los grandes lobbys económicos, que nos imponen su ritmo consumista y despersonalizador: todos igualados por un consumo de bienes materiales que no necesitamos pero que sirven de cadenas, aunque nos sintamos más libres.
El neofascismo se viste de democracia y nos inculca una autoconciencia de insignificancia personal, de soledad y culpabilidad cuando las cosas van mal, de impotencia y hastío, que sólo se calma en apariencia cuando elegimos a "nuestros representantes" y cuando inflamos nuestras vidas de cosas materiales, que no necesitamos tanto como una estabilidad emocional y social.
La democracia nos impone a los ciudadanos la asunción de una verdadera libertad mental y personalmente genuína, lejos de la inercia de la tradición y la sumisión a poderes superiores, ejerciendo el derecho a nuestra libertad individual para, todos juntos, construir el edificio de la auténtica libertad colectiva.
A pesar del rollo que estoy largando, Sostrato, estamos totálmente de acuerdo con las leyes de la termodinámica social y el concepto de entropía, aunque en este caso, deberíamos llamarla conformismo o miedo a ejercer nuestra libertad porque el ejercicio de la libertad supone un sacrificio energético y también un riesgo de exclusión social.
Y, precisamente esto, es lo que utilizan nuestros políticos para dominarnos y seguir constituyendo la casta de privilegiados (sacerdotes del templo, gurús, chamanes...) que nos utilizan en su beneficio.
Un saludo contra todos, Sostrato.
Esta claro que en lugar de buscar un sistema que garantice los derechos de los que estamos dentro de la ley, el sistema busca reconducir a esas pobres personas que están fuera, hayan hecho lo que hayan hecho y sin importar cuantas veces.
Necesitamos leyes que nos protejan a nosotros.
Un abrazo Trecce
Exacto Jano, se crea una partitocracia, para dividirse el poder y vestirlo de democracia. Para que esto surja efecto hay que mantener a la gente ignorante y adormecida, como corderos.
Es culpa nuestra, desde luego. Tenemos que despertar. Un abrazo
Todos son iguales y van a sus propios intereses.
Yo también quiero una sociedad libre, con menos políticos y más participación ciudadana.
Un beso.
Creo, de verdad, que el mejor truco del diablo es hacernos creer que no existe.
Ellos han conseguido que pensemos que todos son iguales, pero como he demostrado en mi siguiente entrada, cuando les obligas a posicionarse, resulta que no lo son.
Tendremos que escoger los que más nos convienen.
Un beso María
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